La rebeldía se puede llevar en el alma, pero aterrizarla y volverla acción creativa y constructiva es un reto en estos tiempos en los que resistir e insistir es indispensable para poder construir. Estamos en tiempos en los que hay más ruido y distracción que diálogo y verdadera escucha. Tiempos de exhibición de la miseria no para denunciarla y salir de ella, sino casi por el morbo de ver una y otra vez situaciones que denigran, desacreditan y vulneran a otros, sin que ello genere acción alguna como consecuencia, ya sea de la justicia, los medios de comunicación, o la propia ciudadanía. 

Solo la gente que está organizada y con la paciencia colmada por tanto abuso sea a propios o extraños habla, dice, actúa y reclama. Hay un gran silencio cómplice que nos condena al resentimiento y casi la desolación en muchos casos. Por ello, estar alertas e informados sobre aquello que decimos querer cambiar es un primer paso para reflexionar sobre lo que estamos viviendo como país, sobre dónde nos ubicamos como parte del problema y cuánta posibilidad de solución podemos ser como ciudadanía. 

Pero ese es un aspecto, porque hay una responsabilidad que está en manos de quienes gobiernan y tienen el poder económico en nuestro país y el mundo. Un territorio en el que ciertamente no tenemos mayor influencia que la de nuestra voz, que denuncie –una y otra vez– el atropello, la corrupción, el abuso de poder y la impunidad, venga de donde venga. Esa voz tiene la responsabilidad de ser constructiva, además de crítica. 

En su libro Resistir e insistir: desobediencia civil en el Perú, Claudia Cisneros nos recuerda con vehemencia, persistencia y disciplina cuán necesario es visibilizar y denunciar en diferentes ámbitos –como la política, el mundo empresarial, la industria alimentaria, la ciencia, la justicia, las creencias y los dogmas– todo aquello que pretende avasallar y atentar contra nuestros derechos y libertad.

Cierto es que muchas veces incomoda y no es "políticamente correcto" insistir en ponerle verbo y nombre propio a quienes insultan nuestra inteligencia, vulneran nuestros derechos y actúan impunemente traicionando a nuestro país, defraudando expectativas, alterando los sueños y desafiando la poca confianza que aún nos queda como nación.

Esa rabia que nos pone en alerta y nos lleva a la acción es la que tenemos muy poco disponible, y muchas veces preferimos cómodamente habitar el resentimiento o la resignación que nos condena a la pasiva cantaleta de decir: "Esto nunca va a cambiar".

Claudia visita la rabia de manera constructiva y nos insta una y otra vez a no bajar la guardia, a estar informados, atentos y vigilantes como ciudadanos, a calentar el ánimo y despertar los huevos y los ovarios para condenar sin pudor y con buenos argumentos la miseria que nos rodea y nos impide despegar.

Nos propone INSISTIR como una fuerza reactiva que se opone y lucha de manera sostenida, convencida y apasionadamente contra todo aquello que busque rebasar nuestra dignidad. Contra el agravio y la mentira que de tanto repetirla se instala y pareciera ser verdad.

INSISTIR en recordar quiénes somos para recuperar la ética, no perder la dignidad y así vivir y dejar vivir en libertad, defendiendo lo que por justicia y equidad nos corresponde.

Este libro es una recopilación de sus columnas desde el 2013 y al leerlo queda claro que el llamado a la justicia y la denuncia ante el abuso se vuelven más urgentes y necesarios que nunca.

Las cosas han empeorado, el cinismo y la corrupción se han sincerado y ya ni siquiera intentan maquillar su miseria. Hoy se premia al más diestro no al mejor, hoy votamos en contra no a favor, hoy preferimos no ver... no escuchar... para no hacernos cargo de aquello que decimos "debería" cambiar.

La voz de este libro, que es la de Claudia, nos mantiene en alerta, nos hace sentir incómodos al entrar en esa zona de confort en la que viven muchos repitiendo que todos son iguales y las cosas siempre seguirán como están actualmente. Algún día esto cambiará ¡claro que lo hará! aunque no lo veamos nosotros. Lo que hoy nos toca es ser activos partícipes en alertar, señalar, advertir y pasar de la idea a la acción, tomando las calles y las causas que sean necesarias, las veces que sean indispensables, para poner límite a tanto atropello y deshonestidad.

Leer a Claudia es despertar y entender que solo incomodándonos lo suficiente y perdiéndole el pudor a la rabia y al enojo vamos a poder mantener el espíritu crítico con un cuerpo que lo acompañe y una voluntad que lo sostenga.

Es tiempo de estar alertas no solo para oponernos, también para vivir con pasión y plenitud aquello que nos nace de forro, aquello que nos inspira y mantiene viva la esperanza de poder construir un mundo mejor.

El rol que ha elegido no es fácil ni mucho menos cómodo, pero es indispensable. Quienes la conocemos sabemos que ella es tanto más que su rabia... ella es también ternura y generosidad, es risa y es candor. Su energía vital es motor, que se instruye, que se afina, que quiere ser mejor para seguir aprendiendo, distinguiendo y aportando.

Gracias por estar Clau, por investigar, por tu curiosidad, terquedad y vehemencia, por no tener pelos en la lengua y aun así ser cuidadosa y responsable con lo que dices. Por hacerte cargo, por sostener, por resistir e invitarnos constantemente a insistir.